Audrey Hepburn no fue la primera elección de Truman Capote para el papel de Holly Golightly en la emblemática película “Breakfast at Tiffany’s” (1961). Capote pensó entonces que Maryline Monroe sería la mejor para el papel. Quería un gran nombre con un gran busto para el papel. Pero no sabía que sería Hepburn quien haría grande su película.
La película obtuvo numerosas nominaciones y premios, entre ellos los de mejor música, mejor actriz protagonista (Hepburn), mejor guión, dirección sobresaliente y otros. Hepburn experimentó el sabor del éxito y no tenía intención de dejarlo.
Los comienzos
La pequeña Audrey lo tuvo fácil durante sus primeros años, pero eso no iba a durar mucho. Nació en 1929 de padre británico y madre holandesa, pero la sangre azul que corría por sus venas (su padre descendía de un conde inglés y su madre era baronesa) no impidió que los obstáculos de la vida real se cruzaran en su camino.
Lo tenía todo. Las clases de idiomas, los viajes y la exploración del mundo no eran extraños para ella, pero la Segunda Guerra Mundial en la Europa ocupada estaba a punto de estallar y cambiar su vida para siempre.
Una personalidad diferente
Vivir a mediados de los años treinta en la Europa del siglo XX no era ninguna maravilla. Los primeros signos de guerra estaban en el aire y, para disimular el origen británico de Audrey (los británicos no eran muy populares en aquella época, por no decir otra cosa), su madre cambió su nombre por el de Edda van Heemstra. ¿Te imaginas llamarte Audrey en la Alemania de 1930?
Lo que ocurrió a continuación tuvo graves repercusiones en el resto de su vida. Su padre se convirtió en simpatizante del partido nacionalsocialista británico, lo que tuvo importantes consecuencias en la vida de Audrey.
Sujetos a la ocupación
El padre de Audrey se afilió a un partido de derecha. Se divorció de su madre y la abandonó cuando sólo tenía seis años. A medida que Audrey crecía, también lo hacía la distancia entre ella y su padre. Dice que estar separada de su padre toda su vida le dejó profundas cicatrices que se llevaría a la tumba.
La realidad era dura y Audrey no era consciente de que las cosas estaban a punto de empeorar aún más. No sólo su padre abandonó a la familia, sino que su madre empezó a simpatizar con el nuevo régimen e incluso escribió en sus memorias que los nuevos modos de vida le parecían encantadores.
Siempre huyendo
Eran los primeros días de la Segunda Guerra Mundial y Ella van Heemstra (la madre de Audrey) finalmente entró en razón. Pensando ingenuamente que los Países Bajos seguirían siendo neutrales, se traslada con su familia a Arnhem (un distrito más alejado de la frontera alemana).
Fue a la escuela en Arnhem, tomó clases de danza y se convirtió en una prometedora bailarina. El ballet fue su primer amor. Su incomparable pasión por la danza era algo fuera de lo común, que en el futuro le daría el empujón en la industria.
No había escapatoria
Por desgracia para Audrey y su madre, el traslado a Arnhem no cambió mucho las cosas. No pasó mucho tiempo antes de que Holanda cayera también bajo la ocupación de Alemania y la Segunda Guerra Mundial empezara a tener un impacto directo en Audrey y su familia.
La joven Hepburn estaba a punto de probar el lado amargo de la vida con el trágico fallecimiento de su tío Otto van Limburg Stirum. Fue acusado de resistencia contra el régimen. Otto recibió un trato duro, ya que fue elegido al azar como mensaje para los demás debido a su alto rango social.
Unirse a las tropas
¿Te imaginas tener apenas 20 años y tener que mudarte todo el tiempo? Por si la muerte de Otto no fuera suficiente, el hermanastro de Audrey fue trasladado a un campo alemán, lo que obligó a la familia de Audrey a mudarse una vez más.
Audrey y su madre se trasladaron a Velp, a casa de sus abuelos, y se alistaron en las Fuerzas Aliadas. Tuvo suerte de contar con el apoyo de su madre, que llenó sus días de positivismo y fe.
Los años de la resistencia
Su trabajo y devoción por las tropas aliadas se mencionan en el libro de Robert Matzen "Dutch Girl". Matzen escribió que Audrey Hepburn desempeñó un papel importante en las organizaciones de resistencia holandesas. Su juventud y su dominio del inglés le fueron muy útiles. Pasaba mensajes y paquetes de comida a los pilotos aliados. Pocas personas, y menos aún adolescentes como Audrey, estaban dispuestas a arriesgar su vida y hacer lo que ella hizo.
Como parte de sus actividades en la resistencia, era repartidora de periódicos y repartía el "De Oranjekrant", un periódico ilegal en aquella época. Tenía que meter el periódico en sus calcetines y luego en sus zuecos de madera antes de entregarlo en su bicicleta.
Dedicación total
La joven bailarina bailaba en silencio para recaudar fondos. En cuanto los alemanes se acercaban, tenía que dejar de bailar. En una entrevista, Audrey dijo: "El mejor público que he tenido nunca no hizo ni un solo ruido al final de mi actuación".
El riesgo y el peligro que corrió podrían haber hecho que su vida acabara trágicamente, sin embargo, se mantuvo leal al régimen hasta los últimos días de la guerra.
Gracias Madre Naturaleza
Su lengua inglesa acudiría al rescate de Audrey una vez más. En 1945, justo al terminar la guerra, las tropas aliadas invadieron la ciudad donde vivían Audrey y su madre. Ella consiguió convencerles de que no tendieran una emboscada en su casa y lo único que pudieron pensar las tropas fue que habían salvado una vida británica.
La guerra había terminado. Sin embargo, la austeridad, la desnutrición, la pobreza y las consecuencias de llevar una vida distinta a la que ella había planeado perduraron durante el resto de su vida. Hay quien dice que la figura menuda de Audrey es el resultado de lo que sufrió su cuerpo.
Un asunto entre madre e hija
Audrey y su madre tuvieron una relación muy complicada a raíz de que su madre apoyara al régimen de ocupación hasta que entró en razón. Audrey esperó hasta después del fallecimiento de su madre antes de revelar el secreto que nunca compartió. Sin embargo, admiraba a su madre por haberla criado sola y por haber elegido un nuevo camino en Inglaterra después de la guerra, aunque decía que nunca podría olvidar realmente sus antiguas costumbres.
Cuando todo estuvo dicho y hecho, Audrey y su madre se hicieron mucho más amigas, en la vida y detrás del set. Incluso actuó como extra junto a Audrey en "Funny Face". Ah, y el famoso Yorkshire terrier de Audrey también hizo una gran aparición en la película.
En la pasarela
Con un glamour natural, una personalidad cautivadora y un aspecto prestigioso, Audrey tenía todo lo necesario para el modelaje. Su primer trabajo como modelo fue a finales de la década de 1940, cuando apenas tenía 20 años. Una vez sobre la pasarela, nadie pudo resistirse a enamorarse de ella.
Eran los tiempos en que las mujeres se rellenaban los hombros, llevaban blusas de tiro alto y vestían prácticamente cualquier cosa que les llegara a las rodillas. Claro que habían mujeres hermosas, pero al llegar Audrey demostró lo que era la verdadera belleza.
Introducción a la gran pantalla
En 1951 Audrey actuó por primera vez en la gran pantalla. Eran sus primeros pasos en Hollywood, y qué largo fue el camino. Aunque no estaba acreditada, "One Wild Oat" le dio una muestra del futuro que estaba a la vuelta de la esquina. Audrey era joven, despampanante y su sitio estaba delante de la cámara. Eso estaba claro.
Ese mismo año, un productor francés se fijó en ella y le ofreció un papel en la obra de Broadway "Gigi". El espectáculo se convirtió en una película con el mismo nombre. A los 22 años, vivió su primera experiencia de éxito y no tenía intención de cambiar de rumbo.
La chica Gigi
Basada en una novela de Anita Loos, la película "Gigi" cuenta la historia de una joven parisina (Audrey) que da sus primeros pasos en el mundo sólo para adultos destinado a entretener a los hombres ricos. Para Audrey, se trataba de un salto al vacío recubierto de una gruesa capa de glamour.
Se introdujo en la industria y, aunque "Gigi" no fue considerado un gran éxito, se revelaron sus habilidades y su talento natural. Este nuevo camino cambiaría el curso de toda su vida y la convertiría en una estrella.
"Roman Holiday"
En 1953 interpretó a la princesa Ana en "Roman Holiday". ¡Por fin! Había conseguido la oportunidad que había estado esperando toda su vida. El papel le valió a Audrey su primer premio de la Academia.
Curiosamente, el argumento de la película cuenta la historia de una princesa que renuncia a su título. Audrey no sabía que en los años venideros ella también dejaría a un lado su título y su corona, abandonaría Hollywood y dedicaría su vida a cosas más significativas.
La intención de Tylor
El papel de "Roman Holiday" no le fue servido en bandeja de plata. Las cosas iban bien, pero no eran fáciles. Dos productores se pelearon por el reparto de la película, ya que la intención inicial era que Elizabeth Tayor interpretara el papel. Querían un gran nombre y el de Audrey no era lo bastante grande.
Después de ver la prueba de Audrey, William Wyler no tuvo ninguna duda de que Hepburn era la elegida. Hepburn empezó a ver la vida a través de unas gafas de color de rosa y las cosas empezaron a mejorar para ella.
Un toque shakesperiano
Su siguiente papel importante fue el papel principal en "Ondine" en 1954. Se trataba de una producción shakspeariana que situó a Hepburn en lo más alto. Hizo una interpretación asombrosa.
Esta fue su última producción en Broadway, que le deparó otra nueva sorpresa. Aunque "Ondine" cuenta la trágica historia de dos amantes, en realidad Audrey estaba a punto de desarrollar fuertes sentimientos por su coprotagonista Mel Ferrer.
La primera boda
Audrey y Mel se casaron en septiembre de ese año. Mel Ferrer llegaría a protagonizar clásicos de todos los tiempos, como "War and Peace", "Macro Polo", "The Longest Day" y muchas más. Era una estrella emergente en aquellos días y su luz brilló de forma independiente.
A Ferrer le encantaba que Audrey fuera una mujer independiente y fuerte. Sin embargo, a pesar de la pasión y el cariño que sentían el uno por el otro, su relación no estaba exenta de dificultades.
Doble problema
Como todas las parejas de Hollywood, Hepburn y Ferrer tenían un vínculo fuerte y especial, pero éste vino acompañado de una serie de obstáculos. Cuando se trataba de dos actores que vivían juntos, cada uno anhelaba brillar más que el otro.
En una entrevista se recordaba que, por fuera, las cosas parecían ir bien entre los dos, pero siempre había la sensación de que algo no funcionaba del todo bien. Su deseo común de trabajar en el mundo del espectáculo hizo pensar a mucha gente que no durarían. Durante sus años juntos, vivieron momentos muy buenos y otros muy malos.
No todo según lo planeado
Para la producción de "Sabrina" de 1954, Audrey recibió una nominación al Oscar, pero no fue lo único que consiguió. Se escabulló un poco y tuvo un romance con el coprotagonista William Holden, que por aquel entonces estaba casado. Audrey estaba en el centro de todas las miradas.
Holden prometió a Hepburn que dejaría a su mujer y a sus hijos por ella. Hepburn, que anhelaba tener una familia e hijos propios, se enteró de que Holden se había sometido a una vasectomía que le impedía tener más hijos. Fue un precio demasiado alto para ella y pronto pusieron fin a su cuento de hadas, del que ninguno de los dos se recuperó realmente.
Más de un error
El deseo de Audrey de tener hijos propios la llevó a casarse con hombres que no eran adecuados para ella. La fuerte conexión que Audrey sentía antes por su marido había desaparecido y un sentimiento de soledad se apoderaba de ella.
Su profesión era lo que la mantenía en pie. A medida que le ofrecían más papeles y acumulaba más éxitos, su próximo gran amor la esperaba a la vuelta de la esquina.
"War and Peace"
En 1955, Hepburn protagonizó la premiada producción de la novela épica de León Tolstoi "War and Peace". La producción fue agotadora e hizo trabajar a Audrey como nunca antes lo había hecho, pero Hepburn encontró su propia forma de evadirse.
Encontró la tranquilidad entre sus peludos amigos de la granja. Entre toma y toma, se relajaba junto a las cabras y los ciervos y se quitaba de la cabeza la nefasta y sombría "War and Peace" que traía consigo.
Pista de baile
En 1957, Audrey coincidió con una de las mayores estrellas de la época. Fred Astaire arrasó con Hepburn en magníficas rutinas de baile en la película "Funny Face" y adornó la pantalla con prestigio. Audrey brilló como nunca antes lo había hecho.
En "Funny Face", Fred Astaire no fue la única estrella con la que Hepburn formó pareja. El todopoderoso Givenchy era el encargado de vestir a Audrey y diseñaría sus trajes en "Love in the Afternoon" (1957) y "Breakfast at Tiffanies".
Sólo lo mejor
Hubert de Givenchy, que transformaba la tela en magia, fue contratado para elegir la ropa de Audrey. Además de ser el nombre detrás de los trajes de la película, también fue responsable de su ropa personal. No es de extrañar que trajera consigo clase y nobleza.
Hubert de Givenchy dijo una vez que Audrey daba vida a la ropa que llevaba, que cada pieza tenía una historia detrás. Los vestidos que llevaba se convirtieron en un icono, por lo que no eran apropiados para nadie más. Fue bendecida con un éxito tras otro.
Su segunda mitad
Una cosa que podemos decir de Audrey es que no dejó que la fama y la fortuna se le subieran a la cabeza. Por mucho éxito que tuviera, Audrey prefería las cosas sencillas de la vida, intentando ser lo más normal posible. En una versión antigua (1958) de "Stars - They're Just Like Us", la bella Audrey Hepburn era una estrella invitada.
Audrey vivía entonces en Beverly Hills. En "Stars - They're Just Like Us" se reveló que Hepburn hacía un viaje a la tienda de comestibles con su ciervo mascota como parte habitual de su día, explicando que todo vale cuando vives en Beverly Hills.
Un alto precio que pagar
La conocida actriz aceptó un papel en la película del oeste "Unforgiven" del que se arrepintió más tarde. No todas sus decisiones fueron acertadas y participar en esta película estuvo a punto de salirle caro.
Mientras rodaba la película del oeste, se cayó del lomo de un caballo y se lesionó. Se rompió la espalda y tuvo que ser hospitalizada. En ese momento estaba embarazada y se desconoce si el aborto espontáneo que se produjo después, está relacionado con esta caída o no. El sueño de ser madre era cada vez más difícil de alcanzar, pero estaba motivada para volver a ponerse en pie.
Nace la nueva generación
Audrey creía firmemente en los finales felices. Alimentó su optimismo a lo largo de los años y no iba a permitir que nada la deprimiera. En 1960 nació su primer hijo, Sean. En 1970, su segundo hijo, Luca, vino al mundo, completando la familia que deseaba. Por fin había encontrado la paz.
Ser madre cambió el resto de la vida de Audrey. La maternidad significaba todo para ella y no pensaba perderse los preciosos primeros años de la vida de sus hijos. Ellos eran su mundo y su mundo estaba a punto de llevarla de nuevas aventuras.
No todos prefieren a las rubias
Audrey Hepburn no fue la primera elección de Truman Capote para el papel de Holly Golightly en la emblemática película "Breakfast at Tiffany's" (1961). Capote pensó entonces que Maryline Monroe sería la mejor para el papel. Quería un gran nombre con un gran busto para el papel. Pero no sabía que sería Hepburn quien haría grande su película.
La película obtuvo numerosas nominaciones y premios, entre ellos los de mejor música, mejor actriz protagonista (Hepburn), mejor guión, dirección sobresaliente y otros. Hepburn experimentó el sabor del éxito y no tenía intención de dejarlo.
El vestido blanco
Sólo unas pocas actrices de Hollywood han alcanzado las cotas que logró Audrey Hepburn. Después de "Breakfast at Tiffany's", estaba en todas partes. En el estreno de la película, llegó con un vestidito blanco más despampanante que nunca, subrayando la fina frontera entre Holly Golightly y Audrey Hepburn.
Audrey estaba en su mejor momento y no paraban de lloverle ofertas para papeles en películas. Era muy reservada con su vida privada y muy poca gente sabía lo que ocurría detrás de las cámaras.
Un icono eterno
Sin duda, el papel de Audrey en "Breakfast at Tiffany's" proporcionó al siglo XX uno de sus mayores iconos. El peinado alto, la cigarrera larga y las gafas de sol negras como el carbón contribuyeron a formar este personaje de época. Las gafas de sol fueron remodeladas en el 2011, y el vestido negro se vendió en una subasta por casi un millón de dólares.
Incluso el glamuroso collar de diamantes amarillos que Audrey lucía en la película fue pulido y volvió al escaparate en el 2019.
La Santísima Trinidad
Entonces, ¿qué relación tienen Audrey, Tiffany y Lady Gaga? En los Oscar del 2019, Lady Gaga brilló con luz propia. No porque estuviera nominada a dos Oscar, sino por la pieza de joyería que lució. Lady Gaga salió al escenario con un collar de diamantes amarillos, valorado en más de 20 millones de dólares.
El collar era el mismo con el que Audrey apareció en su icónica película "Breakfast at tiffany's", sin embargo, el diseño del collar se modernizó ligeramente para adaptarlo a la actualidad. Sorprendentemente, el legado y el retrato de Audrey siguen vigentes.
Cantando junto al río
"Breakfast at Tiffany's" ganó el premio a la mejor música cinematográfica y no fue por casualidad. El compositor Henry Mancini dijo que escribió la canción "Moon River" adaptándola especialmente al personaje de Hepburn. Añadió que de todas las versiones de esta canción (y hay más de 500), la de "Breakfast at Tifanny's" es la mejor de todas.
Con el paso de los años, "Moon River" se convirtió en la canción de apertura del "Show de Andy Williams", Bary Manilo tiene su propia versión y Frak Sinatra también dio a la canción su propio estilo. Judy Garland y Louis Amstrong son conocidos por interpretar la canción, pero independientemente de quién haya puesto su voz a esa letra, "Moon River" siempre será sagrada para Audrey.
La influencia de Shirley Maclain
Otra película que Audrey protagonizó en 1961 fue "The Children's Hour", conocida también por el nombre de "The Louder Whisper". Shirley Maclain actuó junto a Hepburn en esta historia un tanto controvertida. La película trataba de dos amigas que dirigían un internado para niñas y se encontraban en medio de una crisis sin precedentes en aquella época.
La magnífica interpretación de Maclain le valió el premio Laurel a la mejor actriz dramática y Hepburn se conformó con estar nominada.
Y qué hermosa dama era
La producción de 1964 de "My Fair Lady" tuvo más problemas detrás de las cámaras de los que te puedas imaginar. La edición de Broadway estaba protagonizada por Julie Andrews, de quien se esperaba que también interpretara el papel principal en la versión cinematográfica, pero el productor Jack Warner tenía otros planes.
El público no podía imaginar a nadie más que a Andrews en un papel así. Sin embargo, Audrey estaba a punto de interpretar uno de los mejores papeles de su carrera.
Colibrí
Para el papel protagonista se requerían grandes dotes de canto, que Andrews poseía sin duda alguna, y la producción tenía una forma muy creativa de convertir a Hepburn en cantante. Cuando Audrey descubrió lo que se había planeado, tuvo algunas cosas que decir al respecto.
Se contrató a una cantante profesional para que hiciera las escenas de canto de la película, que luego se doblarían sobre la voz de Hepburn. Todo funcionó bien y pasó desapercibido; sin embargo, Audrey dijo en una entrevista que si hubiera sabido que no tenían intención de dejarla cantar, no habría aceptado el papel.
"Wait Until Dark"
El siguiente gran éxito de Audrey fue "Wait Until Dark" (1967), que coprotagonizó junto a Alan Arkin y que le valió de nuevo una nominación al Oscar. Audrey se convirtió en una de las actrices más importantes de la industria, sin embargo, en su vida personal y al igual que en esta película, las cosas iban a oscuras.
Este papel no fue fácil para Audrey, ya que se esperaba de ella que interpretara el papel de una mujer ciega que vive en la más completa oscuridad. Audrey sentía que necesitaba un cambio, y el cambio estaba a punto de llegar.
El deseo de Sean
Tras rodar "Wait Until Dark", Hepburn pidió un tiempo de descanso. Durante los diez años siguientes, Audrey apenas aparecería en alguna producción, ya que decidió dar prioridad a su familia. El hijo de Audrey, Sean, habló abiertamente en una entrevista de cómo su madre dejó en suspenso su carrera.
Se disculpó cínicamente por haber acabado con la carrera de su madre. Prefirió dedicar esos preciosos días a criar a sus hijos y no perderse su infancia. Pasarían los años y Sean haría perdurar el legado de su madre a través de un libro infantil. Su deseo era inspirar a los jóvenes y a las nuevas generaciones al tiempo que daba a conocer las dotes de su madre.
Momentos italianos
En 1968 Hepburn se casó con Andrea Dotti, un psiquiatra italiano. Para ella fue un alivio que Dotti no estuviera involucrado en la industria y su relación duró varios años. Con Dotti pudo mantener el equilibrio y su vida privada.
Se conocieron navegando por el Mediterráneo y ambos seguían casados con sus anteriores parejas. Una vez más, Audrey se casó por error y una vez más le rompieron el corazón. Sin embargo, el amor verdadero estaba a la vuelta de la esquina.
Otra oportunidad
Durante esos años, Audrey no descuidó por completo su profesión y en 1976 intentó volver a actuar junto a Sean Connery en "Robin y Marian". La película no fue tan buena como las anteriores, pero la química entre Hepburn y Connery fue notable.
Se decía que los dos parecían realmente enamorados, y si no hubiera sido por ellos, la película habría sido probablemente un completo desastre. La película era pobre, el argumento aburrido, pero el reparto magnífico. Ella deseaba ese tipo de conexión y entusiasmo en la realidad, alguien que la enamorara y con quien vivir feliz para siempre.
Una compañera para el resto de su vida
En 1980, Audrey conoció a Robert Wolders, que fue su pareja hasta sus últimos días. Tras dos divorcios frustrados, Audrey encontró por fin su destino.
Hepburn y Wolders nunca se casaron, pero mantuvieron una hermosa relación, basada en la honestidad y la confianza. Los 25 años que se interpusieron entre ambos nunca formaron una barrera o un límite y, contra todo pronóstico, Audrey pudo por fin sentar la cabeza con el hombre al que amaba.
Los pequeños secretos de Audrey
Sí, era hermosa por naturaleza, sin embargo, mantenía estrictamente una rutina diaria de nutrición de la piel. Reveló al "Vogue francés" que lo más importante era hidratación, hidratación, hidratación.
Además de sus genes, tenía algunos secretos de belleza que reveló a la revista "Vogue" y que ésta reveló al resto del mundo.
Los consejos de belleza de Audrey
En el siglo XX, las mujeres tenían más tiempo que ahora. Audrey utilizaba pinzas para separar todas y cada una de las pestañas antes de aplicarse el rímel. Se dedicaba a sí misma tanto como a la industria.
Audrey tenía todo tipo de trucos de belleza que contribuían a su encanto natural. Mimaba su piel con aceites y lociones, se arreglaba las cejas a diario y siempre (y queremos decir siempre) se desmaquillaba antes de acostarse. Y como todo lo que tocaba, lo hacía de la forma más profesional.
Tenía sus propios métodos
Audrey insistió en desintoxicar su cuerpo un día al mes. Al limpiar nuestro cuerpo internamente, dejamos espacio para nuevas emociones y sentimientos. Dijo que desintoxicar el cuerpo nos permite dejar atrás el pasado y abrazar el futuro.
Su hijo, Luca Dotti, detalló en su libro "Audrey en casa: Recuerdos de la cocina de mi madre", que sólo comía fruta, verdura y yogur durante todo el día. En general, su dieta era sencilla, y la pasta con salsa de tomate era su plato favorito.
El perfecto protector de la piel
¿Qué tienen en común Audrey Hepburn, Marilyn Monroe y Grace Kelly? Todas tenían el mismo protector de la piel y compartían el mismo dermatólogo, Erno Laszlo.
Audrey decía que debía el 50% de su piel a sus padres y el otro 50% a Laszlo. Ambos compartían un enfoque holístico de la piel, pues creían que si la piel no estaba en su mejor momento, algo en el interior debía de ir mal.
No todos somos perfectos
Audrey tenía sus defectos. Un hábito que la persiguió durante casi toda su vida fue fumar. En un mal día, Audrey podía fumar más de tres paquetes de cigarrillos. No hay demasiadas fotografías auténticas de ella sin fumar y se convirtió en una de sus características.
Decía que fumar la tranquilizaba y le ayudaba a memorizar sus diálogos. No olvidemos que en aquella época fumar se consideraba cool y elegante. Audrey era definitivamente genial y, sin duda, extremadamente elegante.
Un cambio de vida
En la década de 1980, Audrey se dedicó a asuntos más significativos. Se unió a UNICEF como embajadora de buena voluntad y participó en más de 50 viajes a organizaciones y proyectos de UNICEF en todo el mundo. Había encontrado su propósito en la vida.
Visitó algunos de los lugares más pobres de la tierra y sensibilizó sobre la desgracia de los niños de todo el mundo. Estaba agradecida por los dones que le había dado la vida, y ahora le tocaba a ella devolverlos.
El diario más famoso del mundo
Hepburn siguió aceptando pequeños papeles y su siguiente proyecto fue "The Diary of Anne Frank". La agonía, la pena y el dolor de la Segunda Guerra Mundial nunca la abandonaron y se sintió honrada de aceptar un papel así. El papel de Ana le fue ofrecido en 1959, pero Hepburn pensó que era demasiado mayor para interpretarlo. En su opinión, un momento tan delicado de la historia debe ser lo más auténtico posible.
En 1990, narró partes del diario para el proyecto en el que trabajaba el compositor Michael Tilson Thomas. Los beneficios de este proyecto se donaron en parte a UNICEF. Se enfrentó a esta parte de su vida que estuvo escondida durante años y finalmente consiguió encerrarla para siempre.
Momentos de honor
Tras su apreciada y abrumadora labor para UNICEF, en 1992, el ex presidente George Bush honró a Audrey con la Medalla Presidencial de la Libertad. Lamentablemente, Audrey estaba a punto de ir cuesta abajo.
Hace unos meses le diagnosticaron una enfermedad terminal y, por desgracia, en ese momento su salud se convirtió en un problema. La situación médica en la que se encontraba le impidió incluso asistir a la ceremonia de entrega de medallas. Al año siguiente recibiría el Oscar póstumo por su asombrosa labor con UNICEF.
Así nos despedimos
El 20 de enero de 1993 falleció Audrey Hepburn. Falleció en paz en su casa de Suiza, rodeada de su familia y sus seres queridos. Su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación a lo largo de los años.
Audrey ha dejado atrás un legado que nunca se desvanecerá y momentos memorables que siempre serán apreciados.
Su nombre florecerá para siempre
Mucho tiempo después de su muerte, el legado de Audrey Hepburn perdura. La Sociedad Holandesa de Información sobre Flores ha bautizado una nueva raza de tulipán blanco con su nombre.
Era un tributo a su belleza y valentía, a su capacidad para sentir el dolor ajeno y marcar la diferencia incluso cuando el mundo se desmoronaba. Con un toque de elegancia y un ramillete de gracia, su extraordinaria vida había cerrado el círculo.